Es un aminoácido que el cuerpo no produce, esencial para formar las moléculas de proteínas del organismo. Es necesario para reparar tejidos, el crecimiento de órganos y para producir anticuerpos, enzimas y hormonas. Su ausencia, al igual que otros aminoácidos esenciales, propicia que el cuerpo no puede construir proteínas para mantener el tejido muscular, como en algunos casos vegetarianos y de quienes siguen dietas bajas en grasas que tienen déficit de lisina o de otros aminoácidos que les generan problemas para mantener el tejido muscular.
En los 50s, científicos descubrieron que alimentos con determinados aminoácidos podían estimular o inhibir el crecimiento del virus del herpes. Al añadir el aminoácido arginina al virus, aumentaba su crecimiento; por el contrario, la lisina lo inhibía. El herpes produce úlceras bucales, aftosas y genitales, por lo que los suplementos de lisina favorecen la destrucción del virus. Hay que evitar alimentos con arginina (gelatina, nueces y chocolate) y aumentar los ricos en lisina (leche, soya, carnes rojas, pollo, pavo, lentejas y espinacas) para aliviar los síntomas.
Favorece la absorción de calcio, lo que ayuda a prevenir la osteoporosis, retrasa la lesión ocular en personas mayores de edad y diabéticas, y puede curar la ateroesclerosis, mejorar el síndrome de fatiga crónica, hepatitis y sida, así como reforzar el sistema inmune. Los suplementos de lisina son preferibles para personas que tienen herpes, quienes siguen dietas vegetarianas o bajas en grasas y mujeres premenopáusicas para mejorar la absorción de calcio.
Se toma como complemento único, no en combinación con otros aminoácidos, sólo cuando se emplean para favorecer la formación de músculo, en especial, en atletas y físicoculturistas. No debe tomarse con el estómago vacío ni en grandes cantidades, ya que puede acumularse en la sangre y cerebro potenciando sus efectos sobre la salud y dañar al hígado y riñones.
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