El hígado es la glándula más voluminosa del cuerpo, se aloja en la parte superior derecha del abdomen, debajo de las costillas y pesa, aproximadamente, 1.5 kilos en los adultos. Realiza más de 500 funciones distintas, todas indispensables para mantener un óptimo estado de salud, entre las que se encuentran producir bilis, sustancia que ayuda a digerir los alimentos y dar color a las heces fecales, intervenir en la asimilación de proteínas y carbohidratos, mantener la glucosa en niveles normales en la sangre y metabolizar las grasas al producir colesterol. Genera heparina y otras sustancias que favorecen o impiden la coagulación de la sangre, sintetiza la vitamina A, la almacena junto con la B12, D y K y elimina toxinas y glóbulos rojos muertos del torrente sanguíneo.
Está expuesto a numerosos trastornos y enfermedades, como la hepatitis infecciosa o tipo A, causada por un virus y transmitida por los alimentos, que ocasiona su inflamación y crecimiento, palpable debajo de las costillas del lado derecho; dolorosa o no, presenta fiebre, malestar general, coloración amarillenta de piel y conjuntiva de los ojos, puede durar hasta 3 semanas.
La hepatitis tipo B que es más grave, de causa viral, transmitida por contacto sexual, transfusión sanguínea, uso de jeringas o agujas infectadas, como las compartidas por drogadictos. Las manifestaciones son diversas, como dolor de cabeza, fiebre, escalofríos, debilidad general y coloración amarillenta de la piel. Aparece repentinamente entre 1 a 6 meses de transmitida la infección y aún con tratamiento, la recuperación suele ser lenta y no fácil. En 1 de cada 10 casos es mortal.
Otro padecimiento grave es la cirrosis que presenta inflamación y formación de tejido fibroso, cicatricial de una parte o la totalidad del hígado. La causa principal es el alcoholismo, pero también pueden ser la obstrucción de conductos por cálculos biliares, hepatitis mal atendida, trastornos del sistema inmune, insuficiencia cardíaca crónica y algunos medicamentos. Cuando es afectado por cáncer, en la mayoría de los casos, es mortal. Ante la menor sospecha de padecer un trastorno hepático debe consultarse al médico. Todos los tipos de hepatitis son riesgosos y se tratan de forma especial.
La Naturopatía recomienda abstenerse de alimentos grasosos y bebidas alcohólicas. Sugiere ingerir jugos naturales frescos de verduras y/o frutas, estimular al hígado con compresas frías en el abdomen, complementar la alimentación con vitaminas, minerales y lecitina de soya para contrarrestar la elevación del colesterol.
A los enfermos de hepatitis se les aconseja guardar reposo, tomar infusiones de boldo o alcachofa, extremar la higiene personal y no beber agua que pudiera estar contaminada. La hepatitis B puede prevenirse mediante inmunización, no usando agujas contaminadas y utilizando condón en las relaciones sexuales. La cirrosis hepática puede ser curable cuando se detecta a tiempo; después, se controla eliminando las causas, como abstenerse del alcohol y regenerando el tejido.
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