Su nombre científico es Lentinus edodes; proviene de Japón, Corea y China, aunque ya se cultiva en casi todo el mundo. Es fuente importante de aminoácidos, proteínas, hierro y vitaminas del complejo B, como B1, B2, B6, B12 y vitamina D.
Muy popular en la cocina asiática desde hace miles de años, los japoneses lo consideran no sólo alimento, sino un elíxir de vida pues es proteico y muy nutritivo. Se prepara y consume de la misma forma que la mayoría de los hongos. Cuando están secos, se prefieren en sopas o salsas. Se sugiere comer entre uno a dos hongos frescos o entre una a dos cucharadas de secos, diariamente.
Contiene más de 50 enzimas diferentes, como pepsina y tipsina que favorecen la digestión, y asparaginasa, empleada para tratar la leucemia infantil, chiitita, eritadenina y lentinacina que disminuyen el colesterol en la sangre, pero su ingrediente más benéfico es un compuesto, llamado LSbetaglucano que tiene propiedades anticancerosas.
En la medicina tradicional se emplea para tratar resfriados, gripa, dolor de cabeza, disfunción sexual, estreñimiento, sarampión, hemorroides, diabetes y gota; para reforzar las defensas del organismo; como antiviral y antimicrobiano general y, posiblemente, reductor del tamaño de los tumores. Se usa como suplemento nutricional en muchos países y, regularmente en hospitales de Asia y Japón, donde se han realizado diversos estudios científicos sobre tales bondades, combinado con tratamientos alópatas para diferentes tipos de cáncer. En Occidente, se está ensayando en humanos para determinar su efectividad antitumoral en pacientes con cáncer e infección del VIH.
El hongo entes presentaciones, como gel, polvos, extracto, infusión y cápsulas, en tienas naturistas y de alimentos. Su consumo es inocuo y no interfiere con otras plantas o medicamentos, aunque siempre habrá que respetar la dosis recomendada en las etiquetas del producto. Dosis diarias elevadas por largos periodos pueden ocasionar diarrea.
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