La carne de cerdo magra ayuda en la síntesis y función del músculo, contribuye con la salud ósea de jóvenes, adultos y mujeres embarazadas.
Incluir carne de cerdo en las dietas aporta proteína que se digieren en un 97 por ciento y su patrón de aminoácidos es de los más altos, provee lisina y metionina, indispensables para la producción de nuevo tejido en el organismo.
Está demostrado que concentraciones en sangre de grasas poliinsaturadas de cadena larga (omega 3) son similares en consumidores de carne y vegetarianos.
Las proteínas de la carne se absorben y aprovechan mejor que las de origen vegetal, debido a su biodisponibilidad.
La ingestión de minerales, a través del consumo de carne, permite un mejor desarrollo intelectual, refuerza el sistema inmunológico y previene la anemia.
La carne es la principal fuente biodisponible de hierro, zinc y selenio para el ser humano; en México, 1 de cada 2 niños presenta deficiencias de hierro o zinc.
El ácido linoleico conjugado (CLA), presente en la carne de cerdo, si se ingiere en cantidades adecuadas, puede ayudar a controlar la obesidad y tener efectos de prevención contra cáncer y diabetes.
Es rica en proteínas y baja en carbohidratos, lo que contribuye a un índice glicémico bajo y contiene ácido oléico, cuya ingesta en cantidades adecuadas reduce el colesterol LDL (malo) y mantiene los niveles adecuados del HDL (bueno).
Además de hierro, zinc y vitamina B12, la carne de cerdo es una importante fuente de selenio, vitamina A y ácido fólico.
Fuente: Memorias del foro internacional "El papel de las carnes rojas en una dieta saludable" INNSZ http://www.innsz.mx/descargas/carnesRojas.pdf
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