miércoles, julio 01, 2015

Diseño del nuevo ser humano

Estómago, segundo cerebro

La primera vez que escuché esto fue durante una conferencia de prensa sobre problemas de salud en el estómago.

Me impresionó la mención de que el estómago es el segundo cerebro. Cuando el cerebro comienza a fallar, el estómago ocupa su lugar, dijo el conferencista, en esa ocasión.

De eso hace ya más de 10 años. Ahora, existen estudios e investigaciones convincentes de tal realidad. Es un hecho incuestionable, pero aún poco difundido.

La importancia de este descubrimiento refuerza el hecho de que la dieta sana no sólo es cuestión de belleza física, sino también de preservación de la salud.

Desde luego, existe también una amplia serie de consejos para mantener saludable al estómago.

Curiosamente, son los llamados remedios tradicionales o caseros los que más hacen hincapié sobre la prevención del estómago sano.

El aparato digestivo está tapizado por una red de neuronas (células nerviosas) que representan 70 por ciento de las existentes en el cuerpo humano. Ese cerebro influye en los estados de ánimo, carácter y en el ritmo del sueño.

Según Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, EU, autor del libro “The Second Brain”, explica que, conocido técnicamente como sistema nervioso entérico, el segundo cerebro está compuesto por capas de neuronas ubicadas en las paredes del tubo intestinal que contiene unos 100 millones de neuronas.

Este pequeño cerebro, ubicado en las entrañas, funciona en conexión con el del cráneo y, en parte, determina nuestro estado mental e influye en determinadas enfermedades que afectan otras partes del organismo. Además de neuronas, están presentes todos los tipos de neurotransmisores que existen en el cerebro.

De hecho, 95 por ciento de la serotonina, uno de los neurotransmisores más importantes del cuerpo, se encuentra en el intestino.

Miguel Ángel Almodóvar, sociólogo especializado en nutrición, compiló las investigaciones más recientes sobre el cerebro intestinal en el libro “El Segundo Cerebro” y plantea que se ha producido un cambio de paradigma en las ciencias de la salud a raíz de finalizar la secuenciación genética de la estructura microbiana que habita el cuerpo humano, ya que en cada individuo, hay más de 100 billones de microorganismos alojados en el tracto digestivo.

Otra conexión entre cerebro y estómago, que se debe tener en cuenta, es que, según la revista Science, se tiende a un comportamiento más agresivo cuando el estómago está vacío.

Una de las razones de este hecho es que la dieta es la principal fuente de triptófano, aminoácido necesario para que el cuerpo produzca uno de los neurotransmisores que controlan las emociones a nivel cerebral: la serotonina. Y, por lo tanto, el triptófano y la serotonina disminuyen cuando se está en ayuno, lo que aumenta la agresividad.

Por ello, aconseja ingerir los alimentos que contengan probióticos, que aunque no modifiquen el microbioma, tienen capacidad de mejorar las funciones del aparato digestivo y el tránsito intestinal si se ingieren en cantidades adecuadas, como son kéfir, chucrut, microalgas y sopa de miso.

Otras investigaciones señalan que en el estómago hay 100 millones de neuronas, muchas más de las que contiene la columna vertebral y ese es uno de los motivos por los que recibe el nombre de segundo cerebro.

Esta red de células mantiene estrecho contacto entre el sistema digestivo y cerebro, a través de los nervios vagos, e informa de todo lo que transita por él.

Comer hace que el estómago libere al torrente sanguíneo hormonas, como el péptido GLP1, que disminuye los niveles de glucosa en sangre y favorece la contracción del estómago; coleocistoquinina (CCK), que reprime el apetito cuando detecta grasas o proteínas en los alimentos; bombesina, que reduce la ingesta, y grelina, conocida como hormona del hambre.

La liberación de la grelina aumenta el apetito y reduce el gasto energético, lo que favorece la formación de nuevos acúmulos de grasa y aumento de peso.

Los niveles de grelina aumentan bruscamente antes de cada comida y caen después de tomar los alimentos.

En algunos individuos obesos se ha detectado que la concentración de la hormona no varía cuando comen ni cuando dejan de hacerlo, lo que explicaría porqué en ningún momento se sienten saciados.

Otro descubrimiento de la grelina, revelan recientes investigaciones, es la de activar el hipocampo, región cerebral relacionada con el aprendizaje y memoria, según investigación publicada por la Revista Science.

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