Las comunidades mexicanera y tepehuana llaman latido a la afección que se presenta en un órgano interno, localizado en la zona del ombligo, según la Medicina Tradicional Mexicana, cuya función es sólo cultural.
Para los médicos tradicionales es una afección propia de los adultos que también puede afectar a los niños. Se presenta en cualquier época del año y su origen son los malos hábitos alimenticios de personas que se malpasan.
Aparece por "falta de atendimiento en la comida, porque, a veces, nada más toman café y se van a trabajar sin comer, y cuando les da hambre no comen, y ya cuando lo hacen, la comida les cae mal".
El enfermo presenta dolor de estómago, náuseas y deja de comer, porque al hacerlo, vomita; tiene los ojos tristes y siente que le tiemblan ombligo y manos.
Para diagnosticarlo, el terapeuta le palpa la región estomacal y el vientre y, al hacerlo, percibe un "bolón en la boca del estómago que le palpita, es un viento abocado que no deja pasar la comida, la cual se va para atrás"; a veces, "el bolón se recorre a las costillas, porque quiere salir y no puede, porque está atorado".
El tratamiento busca llevar nuevamente el latido a su lugar original. Para lograrlo, los terapeutas soban al enfermo, empleando alcohol, naranja, limón, café o aceite de comer. La sobada se hace en todo el cuerpo, en particular en manos, pies y boca del estómago para llevar el latido hacia el ombligo.
Al término del masaje, "se le coloca, donde está el latido, un muñeco de alcohol (telita con alcohol) para mantener el latido y se fija el órgano en su lugar originario. Otros aplican ventosas en la región umbilical para desinflamar la zona.
La terapia dura tres mañanas, en ayunas, y mientras está en curso, se le recomienda seguir una dieta a base de atole de maicena, tostaditas de tortilla y sopa o caldo de pollo, todo en cantidades moderadas.
A manera de prevención, los terapeutas aconsejan cuidar la alimentación, es decir, comer bien, a la hora acostumbrada y, especialmente, atole y naranja.
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