Es un líquido cremoso y espeso, secretado por glándulas especiales de las abejas. Sus larvas se nutren de pequeñas cantidades de ella y miel en los primeros días de su vida. Muchos investigadores han estudiado su composición química y usos terapéuticos de esta sustancia, rica en los 8 aminoácidos esenciales para la vida humana, ácidos grasos básicos, elementos de utilidad clínica. Posee vitaminas de los complejos B y C, minerales como hierro, potasio, sodio y pequeñas cantidades de cromo, manganeso y níquel.
La jalea real tiene muchas virtudes. Aumenta el apetito y energía general, retrasa el envejecimiento, favorece la longevidad, acelera la curación, refuerza al sistema inmunológico, tiene propiedades antibióticas y antivirales y combate la desnutrición en recién nacidos y anemia postparto. No se ha demostrado exactamente su papel en la reducción del temblor por Parkinson, pero se han encontrado casos aislados, por lo que se habla de múltiples beneficios, al igual que en otros trastornos nerviosos; en artrosis y actividad reproductiva y sexual, así como en colesterol y tumores.
En el comercio se vende en estado puro y cuando se obtiene así debe conservarse en refrigeración. También se encuentra en miel, seca o líquida, congelada, en cápsulas, tabletas o combinada con otros productos de abeja. Con ella, se elaboran cosméticos, productos para el cuidado de la piel, ungüentos y bálsamos. Sintéticamente, no produce los mismos efectos, ni en abejas ni en los seres humanos.
Defensores de la apiterapia sostienen que es completamente segura e inocua y milagrosamente benéfica, pero hay casos reportados de inducción de asma bronquial y hasta de muerte, debido a su uso; otras alteraciones, aunque aisladas, son gastroenteritis, síntomas ocasionales del sistema nervioso central, agitación, palpitaciones, insomnio y ansiedad; no hay casos de interacción con otros medicamentos. Se necesitan más estudios para determinar la relación clara entre jalea real y posibles reacciones.
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