Actualmente, biotecnólogos desarrollan nuevas fragancias y sabores en flores y frutos para hacerlos más atractivos para la población.
Las plantas producen gran cantidad y diversidad de metabolitos primarios y secundarios de naturaleza volátil. Los seres humanos sólo perciben un pequeño grupo de estos compuestos y su percepción, junto con otros elementos, determinan la preferencia o aversión al fruto o vegetal determinado.
Un ejemplo clásico es la uva, cuyos componentes esenciales determinan el sabor del vino. Mediante el análisis de la expresión genómica de los viñares, sometidos a distintas condiciones medioambientales y prácticas de cultivo, los investigadores analizan diversas herramientas biotecnológicas para producir uvas con determinados sabores.
Las fragancias florales se determinan por una compleja mezcla de moléculas volátiles que, a pesar de su gran importancia comercial, cuentan con diversas limitaciones técnicas que dificultan el desarrollo de métodos confiables, simples y eficientes, que permitan el análisis y selección de variantes genéticas, potencialmente más adecuadas para su reproducción y mejores beneficios del ser humano.
Ahora, se trabaja en esta capacidad reproductiva de plantas con flores que atraigan a los polinizadores que, en la Naturaleza, han llevado a la creación de elaboradas arquitecturas florales, novedosos patones de coloridos y al gran espectro de fragancias.
La biotecnología mejorará esta actividad natural
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