La manera apropiada de prevenir enfermedades es fortificando al sistema inmunológico del cuerpo. Muchas personas buscan remedios o tratamientos externos para recuperar su salud, pero olvidan que la enfermedad debe combatirse desde dentro, mediante la limpiza de la sangre, glándulas y sistema digestivo, al igual que a través de la mente y conciencia espiritual con la actitud que se toma ante los acontecimientos de la vida.
La alimentación es muy importante para este proceso de sanación. Comer lo adecuado libera de problemas. Tratar una enfermedad depende del enfoque positivo y de la cantidad de malos hábitos que se eliminen en la forma de vivir. Si las defensas son fuertes, se triunfa sobre la enfermedad. Para sanar se requiere de un poderoso ejército que elimine cualquier fuerza invasora y contar con un potente y saludable torrente sanguíneo. Se acude a tantos médicos y, a veces, ninguno ayuda a sanar. La pregunta es ¿qué hace uno mismo para autoayudarse?. Todos buscan un buen médico, pero el médico busca a un buen paciente.
La búsqueda que conduce a las mejores cosas de la vida, el estado de conciencia que marque el camino a seguir y el seguimiento de ese camino determinarán la salud de la cual se gozará. El cuerpo sólo realiza lo que se le ordena. Recuperarse es una labor casi complemente interior, con un trabajo mental que modifique el pensamiento, la forma de vida y los malos hábitos. Es uno mismo quien conquista la buena salud. Por ejemplo, el funcionamiento adecuado del cerebro requiere una diversidad de sustancias. El siquiatra y el sicólogo no son los únicos que ayudarán a resolver las enfermedades mentales, antes se debe dar al enfermo la cantidad adecuada de nutrientes vitales que requiere.
Hay una íntima relación entre la bioquímica del cuerpo y lo que pasa en la mente. Cuando se desbalancea un lado se desequilibra el otro. No pueden tenerse pensamientos dulces con un estómago amargo, ni esperar tener un estómago dulce cuando los pensamientos son amargos. La regla funciona en ambos sentidos. Algunos alimentos forman células en el organismo y otros carecen de elementos bioquímicos necesarios para formarlas. No podrá constituirse un buen organismo si no hay las sustancias químicas necesarias para ello. Una célula no estará bien balanceada si carece de los elementos químicos adecuados. Los alimentos no destruyen las células, sino la falta de los elementos químicos en perfecto equilibrio. Si la leche, por ejemplo, no contiene flúor para que los tejidos la puedan extraer, las células tendrán deficiencia de este mineral, importantísimo para llevar a cabo su labor de formación y reparación. La única forma como se produce la enfermedad es debilitando al cuerpo hasta presentarse la alteración, apareciendo los síntomas. Por ejemplo, si la piel carece de silicio presenta pústulas pequeñas, forúnculos, acné, asperezas, uñas estropeadas, quebradizas y rotas. La clave está en mantener un sistema digestivo y circulatorio limpios para que el sistema inmunológico esté equilibrado y sano, lo que se logra con la alimentación y el equilibrio emocional.
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