domingo, noviembre 25, 2012

Salud entre los indígenas


Frialdad

El equilibrio frío-calor corporal es una condición indispensable que refleja un buen estado de salud y que, al verse afectado por factores externos, se traduce en enfermedad, según la medicina tradicional mexicana, cuyo carácter es sólo cultural, por lo que la frialdad puede definirse como un estado de desequilibrio corporal en el que el cuerpo tiende al frío y está ávido de calor.

Entre los factores que pueden conducir a tal estado, están observar una dieta desequilibrada por la ingestión excesiva de alimentos de calidad fría; cambio intempestivo de temperatura, es decir, recibir un impacto frío cuando el cuerpo se encuentra caliente, por ejemplo, una corriente de aire o un baño frío; someter al cuerpo o a alguna de sus partes a un prolongado contacto con elementos fríos, como acostarse en el suelo, caminar descalzo, dormir con el cabello húmedo o permanecer con la ropa mojada.


Tal condición suele concentrarse en un órgano o región determinada. Cuando se localiza en la matriz o en los ovarios, la mujer sufre irregularidades, como regla retrasada, flujo blanco, frialdad en matriz o en ovarios y embarazo falso que la imposibilitan a concebir o llevar a buen término un embarazo, en particular, cuando no se han tomado las medidas preventivas durante la menstruación.

Cuando se localiza en la región gástrica o abdominal, el frío puede provocar dolor de estómago, disentería, estreñimiento, y en los bebés, el cólico del recién nacido. En algunos padecimientos musculoesqueléticos, la frialdad causa dolores musculares, de aire, de huesos y reumático, y en torceduras o zafaduras, la zona afectada favorece la entrada de frío, aumentando con ello las molestias. También provoca afecciones respiratorias, como asma, anginas, bronquitis, gripa, pulmonía, tos y tos ferina.

En cualquiera de los casos, la terapéutica se basa en extraer el frío y proporcionar el calor necesario para lograr un estado neutro, saludable. Esto se logra con la administración de infusiones herbolarias (generalmente preparadas con plantas catalogadas como calientes), baños de vapor, con cocciones o macerados de plantas de la misma calidad, maniobras manuales como frotaciones o masajes con aceites, grasas o enjundias y aplicación de fomentos, parches, emplastos y ventosas cuando la frialdad se encuentra localizada. Las terapias se acompañen de una dieta equilibrada o dirigida a recuperar el calor necesario.

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