miércoles, febrero 26, 2014

Salud entre los pueblos indígenas

Concepción del hígado

Junto con la bilis, se identifica como centro anímico donde residen o recaen las pasiones; responsable, a la vez, de ciertas conductas y sentimientos, según la medicina tradicional mexicana, cuyo carácter es sólo cultural.

Los tzotziles señalan que está constituido por dos pequeñas bolsas colocadas detrás de los pulmones. Los zoques de Tapalapa, Chiapas, lo ubican entre la caja torácica y estómago, cargado hacia el costado derecho, adjudicándole la función de fabricar y almacenar la sangre.

Según las creencias de este grupo, el hígado de los varones llega a almacenar un litro de sangre y el de las mujeres en edad fecunda, un cuarto más, en previsión de la que habrá de reponer durante las menstruaciones.

Nahuas de Chignautla y Hueyapan, Puebla, sostienen que el hígado cumple una función anímica: es responsable de armonizar al cuerpo, tiene la capacidad de atraer a las personas y se le atribuye la manifestación del amor carnal. El que posea un hígado pequeño es perezoso; uno limpio significa ser sincero, diligente, bueno; si es pinto o manchado, la persona es colérica, distraída, triste, mentirosa, etcétera, y si es vigoroso, podrá ser capaz de dañar a sus semejantes.

Algunas expresiones del dominio popular denotan la afección del hígado ante ciertas pasiones o emociones, fundamentalmente de disgusto, enojo e ira, tales como: se me hincha el hígado..., me revienta el hígado..., me cae en la punta del hígado, ... es un hígado.

Para los antiguos nahuas, era uno de los principales centros anímicos en el que se encontraba alojada el ihíyotl, al que se adjudicaba la vitalidad, vigor, pasiones y sentimientos, por lo que de él surgían apetencias, deseo y codicia.

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