Bioseguridad alimentaria

Transgénicos

Los alimentos transgénicos, finalmente, se impondrán en el gusto del consumidor, pese a su oposición que muestran algunos gobiernos y organizaciones sociales, especialmente europeos, previó el científico mexicano Víctor Manuel Villalobos, al presentar su libro “Los transgénicos: oportunidades y amenazas”.

El autor sostiene que la nueva generación de transgénicos irá directamente al cuidado de la salud del consumidor, al contener aminoácidos y antioxidantes que protegen al organismo de algunas enfermedades, sobre todo, en la edad adulta y la vejez.

La falta de información veraz e intereses políticos y económicos evitan, todavía, una mayor aceptación de alimentos transgénicos entre la población, aunque no en industrializados donde su uso es casi generalizado, como su uso en derivados de soya, utilizados en bebidas gaseosas, cremas sustitutas para el café, materias primas para elaborar panes, pescados y vinos, entre otros más.

Es ilustrativo el caso de la soya que un 95 por ciento de la producción mundial es transgénica. Actualmente, es uno de los alimentos de mayor uso internacional, tanto en consumo directo como en derivados, y pronto, países orientales sumarán el arroz transgénico al uso cotidiano. Por lo pronto, la variedad Dorada, enriquecida con vitamina A para ayudar a solucionar el problema de la ceguera en esas naciones donde es agudo, ya se utiliza.

Indonesia, Cuba, China, Tailandia y la India encabezan la lista de países donde los transgénicos tienen amplia aceptación popular, con porcentajes que van del 81 al 69, sobre un 16, 4, 17, 17 y 18, respectivamente, de personas que están en contra.

Estos porcentajes se invierten en Grecia, Francia, Japón, Italia y España que registran 22, 22, 33, 34 y 39 por ciento, respectivamente, de aceptación, sobre 54, 54, 39, 48 36 puntos, en contra.

En México, 62 por ciento los acepta, 24 por ciento los rechaza y un 14 por ciento se muestra indeciso, según esta encuesta que midió en 34 países, los niveles de beneficios de utilizar transgénicos comparativamente con el uso de agroquímicos.

Incluso, muchos países europeos dijeron estar dispuestos a pagar un sobreprecio en la obtención de productos que no fueran transgénicos, señala Villalobos.