domingo, diciembre 02, 2007

Porque aún queda mucho por vivir

Ganan batallas al cáncer

Todavía, en algunas regiones de México, al cáncer de estómago se le identifica como castigo divino y, en algunos casos, sólo los dolientes permanecen en el velatorio; los demás dan el pésame y huyen. También es común aconsejar a los visitantes no bañarse para evitar adquirir ese padecimiento, por contagio.

Anteriormente, el cáncer se asociaba con un castigo divino. Los pueblos prehispánicos lo identificaban como una venganza de Tláloc cuando no le cumplían sus deseos. Tláloc era el dios del agua y de allí su identificación como mal del agua, señala Elsa Malvido, historiadora con especialidad en demografía, historia de las epidemias, medicina de la enfermería, y de la salud pública en México y el mundo.

La iglesia católica reforzó tal creencia, al identificarlo como un maleficio que ocasionaba fuertes dolores en el bajo vientre y por su oposición a la autopsia. Fue hasta principios del siglo pasado, al aceptarse la autopsia cuando la ciencia demostró que el cáncer tenía otros orígenes que nada tenían que ver con el demonio, ni era un maleficio.

Actualmente, aunque aún se ignora la verdadera causa de este padecimiento, se conocen múltiples factores de riesgo, como son la infección por la bacteria Helicobacter pylori del estómago, gastritis crónica y edad avanzada, pues la mayoría de los casos se diagnostican después de los 55 años de edad y la edad promedio se ubica en torno a los 72 años, según el programa Roche Vida que apoya a pacientes y familiares que enfrentan esta enfermedad.

Durante la Segunda Jornada por la vida, coordinada por la conductora de Radio y Televisión, Janett Arceo, se presentaron varios testimonios de pacientes que han superado ese problema, mediante un diagnóstico temprano y un tratamiento efectivo.

Entre estos tratamientos modernos está la terapia biológica y antiangiogénica que impide el crecimiento de nuevas redes de vasos sanguíneos que llevan nutrientes y oxígeno a los tejidos con cáncer. De esta manera, corta el suministro sanguíneo hacia el tumor y evita su crecimiento y extensión a otras zonas del organismo.

Cuando esta terapia biológica se añade a la quimioterapia, se consigue un aumento de la supervivencia libre de progresión, se reducen las horas de tratamiento y le ahorra al paciente muchas incomodidades y alteraciones de su rutina diaria.

Para la nutrióloga Julieta Ponce Sánchez, una combinación de dieta balanceada, ejercicio físico y, sobre todo, no mezclar alimentos con sentimientos, “porque estómago, intestinos y páncreas están hechos para digerir los alimentos, pero no el estrés”, dijo.

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